Si seguís a algún compañero o compañera de profesión en seguida os podréis dar cuenta de que una cosa es lo que sale por la tele, las radios y otra muy distinta es lo que nos toca vivir a l@s chóferes en nuestros trabajos diarios. También es fácil ver que, como en todas las profesiones, hay personas que quieren cobrar mucho y trabajar poco, hay quienes reclaman lo que estipula la ley (no entramos en si es justa o no) y hay quienes se rebajan para conseguir un trabajo aunque eso signifique poner en jaque a todos los demás con ese obrar.
En un mundo donde la competencia es brutal, en el que la tendencia es que las grandes corporaciones aprisionan, ahogan y hacen la vida imposible al pequeño productor, los pequeños comercios y los autónomos, asalariados y demás personal que luchan por su existencia, ¿tiene Dios algo que decir de todo esto? ¿Es el trabajo una maldición?
Empecemos por esto último que acabo de poner. Hay una idea en nuestro subconsciente de lo que sería estar en el paraíso, en el cielo o en un estado de cosas donde todo sería disfrute y actividad festiva. Esto está trasladado en las religiones y mitologías de diferentes maneras con unas versiones más o menos fantasiosas. Cuando nos acercamos a la Biblia con esta idea preconcebida y leemos cómo estaban Adán y Eva en el huerto del Edén nos hacemos a la idea de que no daban golpe y todo era tomar el sol, comer y hacer el amor en el paraíso (permitidme ser así de claro)…. Nada más lejos de la realidad que nos describe la Biblia.
Los primeros seres humanos tenían actividad, mucha actividad.
En primer lugar, cuando Dios puso en el huerto al ser humano, lo puso con el propósito de que lo «labrara y lo guardase» (Génesis 2:15). Si eres de campo como yo o has trabajado en algo similar, sabrás por experiencia que el agricultor tiene mucho trabajo durante el año. Su actividad no cesa. Cambia de tarea en todo caso, pero nunca para de hacer cosas relacionadas con el objetivo de que sus cultivos alcancen unos resultados óptimos.
En segundo lugar, había un momento en el cual Dios mismo se paseaba con el ser humano por el huerto. ¿Para qué? No nos lo dice la Biblia, pero probablemente para enseñarle el funcionamiento de todo el huerto entre otras cosas. Es lógico que el Creador de todo lo que vemos enseñara a los primeros seres humanos cómo es el funcionamiento de las cosas. De hecho, todo agricultor mínimamente informado y con un poco de práctica conoce reglas y asociaciones de plantas que se benefician mutuamente. Un ejemplo: si plantas un surco de tomates y a continuación un surco de zanahorias ocurre que el de zanahorias ahuyenta el bichillo que come el tomate y el del tomate ahuyenta al de la zanahoria. Y esto es un solo ejemplo de muchas cosas que los antiguos conocían y que se están redescubriendo con la agricultura ecológica, la lucha integral, los bancales profundos y muchas técnicas más sin pesticidas y herbicidas que está más que demostrado que son un tremendo veneno que altera el diseño natural puesto por Dios.
En tercer lugar, cuando entró el pecado a través de nuestros primeros padres, se suele creer que Dios castigó al ser humano (más concretamente al varón) con el trabajo. Hemos visto que el trabajo existía en el huerto del Edén y nos relata Génesis que todo lo que fue creado fue «sobremanera bueno», con lo que incluye las labores concernientes a ello. Veamos lo que pone: «Y al hombre dijo: Por cuanto
obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.» (Génesis 3:17-19) El castigo de Dios para el ser humano, entre otras cosas, fue el resultado de ese trabajo y cómo produciría la tierra más hierbas malas que las plantas necesarias para el sostenimiento de la comunidad humana. De eso también el que ha trabajado un poco en el campo tiene pruebas por la experiencia. Constantemente has de estar limpiando y sacando malas hierbas que ahogan una plantación e, incluso, pueden arruinar una cosecha.
Por todo esto que acabo de escribir, hemos de llegar a la conclusión de que el trabajo no es una maldición, sino que forma parte del diseño de Dios para el ser humano. De hecho, hay estudios que muestran que si no tenemos algún tipo de actividad laboral (me estoy refiriendo a personas que tienen una condición mínimamente sana) nuestro cuerpo y nuestra salud física y mental se resentirá muchísimo.
Ahora bien, ¿y no ha dicho Dios nada más acerca de las relaciones laborales? Pues de eso hablaremos en los siguientes artículos. Continuará….