Este tema realmente es muy complicado por todas las implicaciones que tiene. Implicaciones que alcanzan niveles racionales, emocionales y, hasta espirituales, a una profundidad muy grande de manera que es tocar aspectos muy sensibles para todos nosotros. No obstante, es necesario hacerlo y además es algo que restaura y sana de una manera increíble.
Ahora bien, permíteme comenzar en este capítulo hablándote de una relación que condiciona todas las demás porque cambia nuestra perspectiva, nuestra manera de entender las relaciones y modifica nuestro comportamiento, nuestra actitud e, incluso, nuestra manera de pensar y procesar el pensamiento. ¿Te imaginas cuál es?
Sí, estoy hablando de nuestra relación con Dios. Curiosamente, la relación más olvidada, puesta en devaluación constante y hasta se duda de su existencia buscando todas las argumentaciones posibles… No es el propósito hoy de argumentar a favor de la existencia de Dios (¿quizás quieres un debate sobre esto?) pero déjame decirte que decir que no existe algo o alguien, no demuestra que no exista y mucho menos soluciona una relación. De esta manera ocurre entre nosotros muchas veces que actuamos como si no hubiera pasado nada con otra persona, casi como si no existiese la otra persona…. Eso no es ninguna solución, ni aporta ningún tipo de sanidad.
Lo curioso de la relación entre el ser humano y Dios, o entre Dios y el ser humano es que por una parte dinamita nuestros conceptos más profundos, nos confronta y nos muestra que nuestra maneta de llevar una relación de amistad, matrimonial o familiar no está siendo de la mejor manera. Por otra parte nos muestra que la relación de ser humano con Dios ha marcado al propio ser humano de una forma inequívoca, real y evidente. Si, estoy hablando de la desobediencia en Edén (te invito a leer los 3 primeros capítulos del libro de Génesis en la Biblia) y de la entrada del pecado en el mundo. Eso que hicieron nuestros primeros padres ha marcado a la humanidad. Las evidencias las podemos tener a nuestro alrededor en todo lo que sucede en este mundo con todos los desastres, las guerras, los asesinatos, violencia…. Y además de todo esto el ser humano intenta jugar a ser Dios exponiendo y diciendo que hay demasiada gente en este mundo (curioso que los que defienden esto nunca piensan que son ellos los que pueden sobrar); teniendo incidencias en el diseño del planeta de manera que provoca desastres a nivel de la agricultura, de la naturaleza y de los diferentes ecosistemas; intentando decidir quién vive y quien no tanto desde el vientre materno hasta a llegar a cierta edad; provocando crisis económicas para «cribar» a aquellas economías que no son solventes y así someter y maniatar a las personas (me atrevería a decir que hasta llegar a matar a las personas de desesperación) y llamando a todo esto «daño colateral»…. Dolor, lágrimas y heridas abiertas.
En cambio, cuando miramos un poco la relación de Dios con el ser humano, la historia se vuelve increíble. Aún más asombrosa resulta cuando recordamos cómo es Dios y cómo se describe como alguien que no puede ver el pecado y la maldad (eso es lo que la Biblia llama que es SANTO), que es con un nivel de justicia elevadísimo mucho más de lo que tú y yo podemos imaginar. Y, unido a todo esto, está que tiene poder sin límite. Testimonio de este poder y perfección de diseño lo encontramos en el Universo, en la naturaleza e, incluso, en tu propio cuerpo. Sin embargo, también se describe como inmenso en misericordia y con amor infinito. Parece una contradicción, ¿verdad? No lo es, por raro que parezca. ¿Te imaginas qué hubieras hecho con un poco de poder sobre los demás? ¿Si pudieses fulminar a alguien solo con el pensamiento, lo harías con aquellas personas que te han herido? Eso es lo increíble de Dios. Teniendo toda la capacidad y derecho como Creador de todo, sin embargo no destruyó a nuestros padres ni volvió a empezar cuando podía hacerlo. Lo espectacular es que en una relación rota el siempre ha dado el primer paso. ¿No me crees? Te pondré unos ejemplos:
- Adán y Eva son el primer ejemplo porque Dios no los fulminó en ese preciso instante, cuando podía haberlo hecho.
- Abraham es otro ejemplo al que Dios le salió al encuentro sin que Abraham le conociese de nada.
- Moisés, probablemente uno de los ejemplos más evidentes cuando se le apareció en la zarza ardiente.
- Isaías presenció una visión que cambió completamente su vida al irrumpir de una manera tremenda haciéndole ser consciente de una forma repentina la grandeza de Dios y su problema al estar manchado por el pecado
- Y la lista podría seguir….
Hay alguien más en esa lista que no he puesto adrede. ¿Tienes idea de quién es? TÚ. Tal vez pienses que no es verdad. Tal vez pienses que Él no te ha salido al encuentro nunca. Tal vez pienses que, si de verdad existe, no eres tan importante como para que se interese por ti… Tal vez consideres cualquier otra cosa como más válida que lo que decirte que Dios te ha salido al encuentro porque te conoce y desea que tú te acerques a Él. La más grande prueba es aquella persona llamada Jesús que nació en Oriente Medio, creció y fue totalmente extraordinario en su vida, y finalmente murió dando su vida por ti. Este es el mensaje de Dios dando el primer paso para que fuese posible poder acercarnos a Él.
«Bueno», dirás, «pero eso fue hace mucho tiempo…» Sí, es cierto. No obstante, no ha dejado de acercarse a las personas para que escuchen su mensaje y, ahora mismo, está acercándose a ti. ¿Cómo? A través de este sencillo artículo. Así de claro y directo. Y, por favor, no pienses que me las doy de alguien especial. No lo soy. Soy de carne y hueso al igual que tú, con luchas, con miedos, con alegrías y con tristezas.
Déjame ponerte una ilustración: Cerca de nuestra familia hay personas que tocan instrumentos musicales…. ¡Es una gozada escucharlos! Pero cuando acaban de tocar, aparcan el instrumento y deja de sonar. ¡Se acabó la música! Así que la calidad del instrumento hace (obvio), pero quien es verdaderamente importante es quien toca para hacer sonar la música…. Eso es lo que hace Dios. Déjame decirte que sólo soy un instrumento que el Gran Director hace sonar bien.
Así que el primer paso para restaurar relaciones rotas es restaurar tu relación con Dios. ¿Quieres hacerlo?