Los que me conocéis ya sabéis que me encanta pasear por los campos, sobre todo, o atravesar pueblos oliendo los diferentes aromas que se pueden percibir (unos más agradables que otros) a saber: la hierba recién cortada, la fragancia de las flores, los diferentes aromas de los animales que están pastando, el olor a estiércol (os aseguro que es bien diferente el olor de los animales que comen de pastos al natural de los que comen pienso hacinados en granjas…), la dulce sensación de agua cristalina y el olor característico previo a una tromba de agua….
Esto último no me di mucha cuenta, porque de regreso al camión me calló una encima que quedé empapado…. Como bien atestigua la foto. Disfruté muchísimo este gran paseo (unos 5 kilómetros al menos) escuchando música, cantando (ya que estaba en Francia, no me entendía nadie) y viendo divertido cómo me seguían los animales cuando me escuchaban…. ¡¡Fue estupendo!! Si hubiese tenido a mi mujer al lado, hubiese sido la bomba…
Como es habitual no pude evitar pensar a medida que paseaba contemplando estos campos maravillosos por esta región de Normandía y pensaba muchas cosas que me gustaría comentar al menos algunas de ellas:
Una de las cosas que me ha llevado a pensar es una frase que le escuché a mi tía: «Francia en general es un vergel». Esto es una realidad que salta a la vista a quien haya recorrido mínimamente este precioso país. Mis compañeros que hacen más internacional que un servidor, podrán corroborarlo. No obstante, un poco de observación a las fotos se ve clarísimamente que la mano del ser humano se ve por todos los lados. Y diréis «¿por qué?» Veréis…
Llevo un tiempo escuchando y leyendo de ciertos ecologistas, «ecologistas de teclado», como les llama el gran Frank Cuesta… Hay una normativa a nivel europeo que establece un tanto por ciento de las tierras cultivables tienen que estar agrestes «al natural» porque eso es «ecológico» según ellos, sin entender que las tierras sin cultivar no valen nada…. ¡¡Como si no hubiera montes y campos sin cultivo suficientes!! Hay parques naturales en todos los países, reservas y, sobre todo cualquier agricultor con conocimiento entiende y hace que el ecosistema siga funcionando sin que vengan personas que no han trabajado nunca en su vida ni cultivado ni un tomate a decirles cómo tienen que hacer las cosas de forma «ecológica y sostenible». Palabras muy rimbombantes y que se repiten de forma machacona hoy en día, pero que no tienen mucho sentido cuando preguntas qué quieren decir con eso…
Llevo tiempo diciendo que el campo en España está sin explotar como es debido, que las zonas de montaña están sin cuidar y que han desaparecido oficios como el de guardabosques o guardas forestales que cuidan la montaña para que sea un espacio natural donde puedan convivir las especies, tanto animales y vegetales como la humana. Personas que sabían de los animales que estaban por su zona, que miraban el entorno y no permitían que hubiese los descontrolados que hiciesen uso incívico de esos lugares y por eso tenían autoridad y jurisdición para obrar en consecuencia…. ¿Dónde están hoy?
Se tiene en general una idea equivocada de que las cosas tienen que salir de forma natural, que no se han de trabajar ni de cultivar y que eso es lo «ecológico». Personalmente he trabajado el campo con mis padres y, aunque de manera particular, no como gran productor; he podido constatar por experiencia que hay un montón de trabajo que hacer si quieres que tu cosecha sea aceptable. Si tú siembras y no estás por la labor de quitar las malas hierbas, de cuidar los cultivos, de proveerles de suficiente agua para cada cosa y dejas que salgan de «forma natural» tendrás una pírrica cosecha o no la tendrás.
Por lo cual, me resulta llamativo que se le llame «ecológico» y «sostenible» a cosas que ciertamente no lo son y que se esté tan poco dispuesto a escuchar, ya no solo por parte de los que gobiernan y legislan (que, dicho sea de paso, suena utópico y en muchos casos lo es) sino por parte de mucha gente que se quiere poner la etiqueta de «ecologista» sin haber pisado nunca un campo, sin haber ordeñado una vaca o sin haber recogido unos huevos del corral y que, encima, se tenga la poca delicadeza o la caradura, más bien, de decirle a agricultores o ganaderos cómo tienen que hacer las cosas y que si cuidan el entorno o no… Creo que lo que hoy se considera ecológico es una forma más de negocio, más que de cuidado del planeta por mucho que se mencione en los discursos, en los anuncios y en las cantinelas que hoy en día pululan por ahí con toda la fuerza y de forma tan insistente, hasta cansina, que tienen para crear lemas y frases sin contenido, sin evidencia y sin estudio empírico y práctico.
Hay quienes dicen que es porque la tierra tiene una especie de maldición… y ¡¡es verdad!! Por causa de la desobediencia, incredulidad y rebeldía del ser humano Dios pronunció las palabras: «Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinas y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra….» (Génesis 3:17-19). De este pasaje deducen muchos de que el trabajo es una maldición, cosa que NO es lo que dice el texto. Lo que se maldice es el resultado del trabajo. ¿Cómo lo sé? En el capítulo anterior nos dice que «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén para que lo labrara y lo guardase» (2:15, énfasis mío). Es decir, antes del pecado del ser humano, Dios ya había establecido el trabajo del labradío y cuidado del huerto con lo que, tal y como lo describe anteriormente, vemos que lo que cambia en comparación con nuestros días es el resultado de las cosechas y la clase de trabajo que hay que realizar.
En definitiva, si empezásemos a escuchar de verdad al Creador y Diseñador tanto de este planeta como de lo que conocemos por el Universo, nos cambiaría nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestra manera de interactuar con Él, entre nosotros y con el planeta en el que vivimos de una forma cabal, coherente y práctica. ¿Estás dispuest@?
Rubén, muy buena la explicación!
Pero ciertamente hay una diferencia tremenda hoy día a hace unos cuantos años… ahora prácticamente todo es química en cuanto a lo que se refiere al abono y el crecimiento del cultivo, mientras que el Señor dejó para el campo toda una serie de beneficios naturales que el hombre en su egoísmo y consumismo ha adulterado!
Yo poco entiendo sobre la labranza pero entiendo lo que ha estropeado el pecado. Un abrazo Rubén
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Entiendo muy bien lo que dices, Gloria. Es cierto que está todo muy perjudicado y que se busca el rendimiento y el beneficio por encima de todo, icluidos el entorno, la salud de las plantas y los animales, y las consecuencias que de eso derivan en los seres humanos. Es todo muy triste.
No obstante, te puedo asegurar de primera mano que, a pesar de estar todo tan estropeado, las leyes que Dios ha puesto en la naturaleza, en los cultivos y en el cuidado de los animales, se cumplen y dan unos resultados que sorprenderían a muchos.
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