Ya ha dado mucho que hablar las palabras de la ministra Celaá, de la ministra Irene Montero y de la portavoz Maria José Montero sobre todo en referencia a las palabras de la primera mencionada y que ha sido contestada ampliamente por muchas personas de diferentes medios, partidos políticos y diversos entornos. Lo que ha quedado de manifiesto es el peligro que hay en la pretensión de que sea el Estado quien pretenda formar ideológicamente a base de charlas y exposiciones no tuteladas o sujetas a la aprobación previa de los padres, vulnerando así uno de los principios que sí recoge la Constitución Española que sí ampara a las familias, a progenitores y menores, de una manera amplia. Quien quiera conocer términos legales, puedo ofrecer información recogida de personas expertas en el ámbito jurídico.
Las palabras de la ministra Irene Montero también merecen ser tenidas en consideración. Cito: «Los hijos de padres y madres machistas tienen el mimo derecho que el resto a ser educados en la libertad, en feminismo y en igualdad, y de amar a quien quieran, como quieran y cuando quieran». Esta afirmación tiene varios puntos a considerar: tiene una grave contradicción porque reacciona al machismo con feminismo a la fuerza (por lo tanto no hay la libertad que afirma después; abre un interrogante que debería hacernos preguntar cuál es el baremo para calificar a unos padres como machistas u homofóbicos porque si el criterio es subjetivo no es imparcial y, para concluir, con ese «a quien quieran, como quieran y cuando quieran» abre la puerta a todo tipo de aberraciones, pederastia y abuso sin ningún tipo de condena porque entra (según ellas) «dentro de los derechos fundamentales del menor».
Cuando escuchaba estas palabras en mi camión me venían multitud de pensamientos y como no los voy a exponer todos, dejadme que al menos exponga un punto con algo que ha marcado mi vida como padre y que anticipo que estamos en ello y que no es fácil llevarlo a cabo.
¿Qué dice Dios respecto a todo esto? Hay muchas cuestiones respecto a la familia que están siendo polemizadas, atacadas y descalificadas como anticuadas y obsoletas. Es imposible tratarlas todas en un artículo, pero dejadme decir al menos que Dios tiene mucho que decir acerca de la familia. Es su diseño e invento
Hay un aspecto en el cual entiendo que personas como las ministras (y muchos otr@s) alcen la voz referente hasta dónde los padres han de intervenir y es necesario reconocer que en muchos ambientes conservadores se ha abusado de la autoridad paterna al marcar a los hijos e hijas con todo un programa de objetivos que tenían que cumplir. Es un tema muy amplio también, pero lo que marca la Biblia es muy diferente a lo que podemos pensar, incluso es diferente a su propio contexto temporal y cultural.
En primer lugar, Dios marca que los menores son personas, lo cual parece muy obvio pero en el contexto en el que se escribió a lo largo de los siglos los niñ@s no eran tratados así. Eran poco menos que mercancía intercambiable con cualquier cosa que hiciera falta en el momento. Dios en la ley de Moisés estableció unas medidas de protección y reglas que se debían de tener en cuenta. Es verdad que a lo largo de los siglos se fue tergiversando por los hombres, pero la ley está escrita y dice lo que dice. Jesús en el Nuevo Testamento puso un contraste al darle el sentido a la ley tratando a las mujeres con respeto (cosa que sus contemporáneos no hacían) y dedicando una atención especial a los niños. Te invito a leer los pasajes que hablan de los niños en los evangelios y te darás cuenta. No era normal, chocaba con lo que ocurría a diario.
En segundo lugar, aunque los menores eran personas dignas de respeto y consideración, también son dignos de orientación y educación cuya responsabilidad recae en los padres. Otra cosa son los conocimientos, pero la educación moral es establecida como deber de los padres.
En tercer lugar, Dios usa unas ilustraciones para explicar lo que son los hijos y cómo Él los ve, para nuestro conocimiento y enseñanza. Voy a citar el Salmo 127:3-5 para que veáis cómo explica la Biblia algo tan bonito como la familia: «He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.» Poesía oriental que nos da una serie de pistas sobre cómo Dios ve a los hijos que Él nos da y cómo espera que los tratemos:
- «Herencia de Dios» – Cuando uno recibe una herencia es para recibirla, disfrutarla y administrarla bien. Es nuestra responsabilidad hacerlo óptimamente. Esto daría para un sinfín de reflexiones, pero tal vez en otro momento.
- «Cosa de estima» – Textualmente podría traducirse también como «recompensa», una preciosa palabra cuando un embarazo en el día de hoy para muchos es una molestia, una carga y algo muchas veces inoportuno. Según Dios, hemos de ver los hijos como dignos de gran aprecio y de alto valor
- «Saetas» – Podría traducirse «flechas». Esta ilustración personalmente me encanta y me hace pensar muy profundamente. Cualquiera que haya tirado con arco (por rústico que sea) sabrá que una flecha no sirve para nada en el arco si no la sueltas. Esta es la gran lección y aplicación para nosotros: los hijos se han de encaminar, se han de enseñar, de formar y capacitar pero también se han de SOLTAR. Y es triste y desgarrador para ambas partes cuando padres, me atrevería a decir que sobre todo las madres (hay de todo), no entienden que los hijos son personas y que, por diseño divino, no son propiedad de los padres sino una flecha que has de soltar por su bien y por el tuyo. Una flecha la sueltas en un momento, pero los hijos se han de ir soltando de forma más paulatina.
Evidentemente, hay hay muchísimas más enseñanzas sobre la familia en la Biblia. Esto esto es para que veamos la gran contradicción que manifiestan las ministras al hacer tales afirmaciones que son dignas de cualquier régimen totalitario. Hay un equilibrio perfecto en el diseño de Dios al poner de manifiesto el respeto y la dignidad del individuo y el papel de los padres en la formación y la educación de esas personitas que son de tanto valor para Dios.
La conclusión es que el problema no está en lo que Dios dice, sino en la sutil manipulación que las ideologías totalitarias quieren hacer en las mentes de aquellos que son más fáciles de manipular: los niños y niñas. Si no seguimos el equilibrio del diseño de Dios, siempre serán ellos los que pierdan.