Cuando estás con las manos en el volante haciendo kilómetros de carretera con la única compañía del runrún del motor y de tus propios pensamientos, puedes abarcar muchos temas o rumiar experiencias vividas con la tranquilidad de no ser interrumpido salvo por el timbre del teléfono con sus infinitas posibilidades de interlocutor.
Con estas rutinas propias de mi trabajo, se me va la mente a pensar en las veces que escucho a personas que exponen la Palabra de Dios que hablan acerca de la pureza, la santidad y las condiciones de la vida cristiana, pero nadie te explica cómo llegar. O te dan una serie de pautas que se transforman en costumbres adquiridas pero con el tiempo te das cuenta de que se ha transformado en eso: una costumbre, unos métodos con los cuales te sientes cómodo y nada más.
Entre subida y subida, recuerdo que las dos posturas crean unas crisis de pensamiento y vida diaria que hacen mucho daño. Unos que critican los «baches» que puedes tener en tu vida cuando hay algo que no se ajusta a lo que las Escrituras dicen y que parecen estar diciendo «Todavía no has alcanzado el nivel». Y la otra postura al otro lado que dice que «Todos somos pecadores» y cuando alguien tiene la osadía de señalar que la vida cristiana ha de ser otra cosa porque el mismo Jesús lo dijo, tarde o temprano en algún momento de la conversación sale la frase «Jesús era Jesús y nosotros jamás vamos a llegar a Él porque somos seres humanos».
¿Es esto así o no? Mientras estoy al volante, escucho por los altavoces del camión un pasaje: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1ª Pedro 2:21). Sonrío al escuchar este pasaje. Si Jesús nos ha dejado ejemplo para seguirlo, no debe ser posible que nos deje un ejemplo inalcanzable para el ser humano. Sería injusto. Y si cualquier persona puede alcanzar a Dios viviendo como le da la gana pasando por alto las demandas de Dios puestas en la Biblia también sería injusto.
Mientras observo la claridad de una noche de luna llena que me permite ver más allá de la carretera, recuerdo el pasaje que supuso una liberación personal al entender algo de tanta importancia en el mensaje de la Biblia que nos da la clave y nos habla de la perfección de Dios en su plan: «Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» Hebreos 9:13 y 14. Esto es muy grande y profundo. Nos da luz en otros pasajes que hablan acerca de estas cosas.
Jesús tenía su propio poder como Dios que es, pero para venir,vivir y caminar en este suelo hasta la cruz se puso en las manos de otro. ¡Esto es maravilloso y profundo! No hacía las cosas en su propio poder, que lo tenía, sino que lo hacía todo bajo la dirección del Espíritu Santo. Recuerdo textos en los evangelios que nos señalan precisamente eso: Mateo 4:1; Marcos 1:12; Lucas 4:1 y 14 entre otros pasajes que te animo a buscar. De ahí que el apóstol Pedro nos escriba semejantes palabras. De ahí que otros pasajes toman una nueva dimension y sentido como Filipenses 2:5-11 cuando leemos: «no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
Dios no nos pide imposibles, sino que de la misma manera que Jesús se puso bajo la dirección del Espíritu, nosotros hemos de hacer lo mismo. Entonces comprendemos que no es por nuestros esfuerzos, sino por su obra en nosotros. No es que nosotros tengamos que cumplir ciertos requisitos, sino que Él los cumplió para que nosotros podamos «seguir sus pisadas», es de esta manera que el ser humano tiene la posibilidad de acercarse a Dios para tener una relación especial con Él.
Y así, con estos pensamientos llegué a mi destino.
Evidentemente que se podría desarrollar mucho más, esto solo es poner por escrito los pensamientos al volante. Podéis comentar, opinar y preguntar más cosas. Este espacio es para esto.
¡Dios te bendiga!
Gracias, hacía tiempo que quería oír o leer en este caso, lo que acabas de decir!!
Dios te siga bendiciendo.
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¡¡Muchas gracias!! En el proximo artículo quiero tratar la esencia del Evangelio.
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